Soy Dora Irma Acosta. Llegué a esta etapa maravillosa andando “sin prisa pero sin pausa” enamorándome de los años, honrándolos. Sintiendo que la vida, vale la pena y no perder el empuje de hacer, aprender cosas y sobretodo valorarlas. El yo puedo, no lo perdí nunca, lo importante fue siempre proponérmelo y ya. Llegué sin contar las canas, ignorando las arrugas. Si todo tiene su tiempo, este es de andar sin apuro, de hacer lo que me gusta y todo aquello que en los años jóvenes no fue posible. Siempre viví en Congreso en la Ciudad Aurónoma de Buenos Aires donde tuve peluquería durante treinta años, al jubilarme de este hermoso oficio vine a vivir a San Antonio de Padua. Tengo una familia maravillosa. Una hija, cinco nietos, dos bisnietos. Un día me dije: No seré una abuelita que teja y borde solamente, tengo que intentar otras cosas, no hay nada más gratificante que hacer lo que a uno le gusta y empecé a probar otras mieles. Cultivo Bonsái, hago vitrales. Dejé para el final lo mejor, la narrativa, me gusta de alma, la imaginación da oportunidad a la creación, por eso me inclino por los cuentos. Trabajo mucho en todo, para mejorar cada día. Esto me ha dado muchas satisfacciones. Tengo varios premios ganados en certámenes. Los últimos son del Teatro Cultural Gral. San Martin de Merlo. Desde 2011 comencé a participar en cuento y poesía obtuve cinco veces un Primer Premio. Sinceramente no puedo pedir más y como en los cuentos esto merece un buen final. Aprecio mi vida como un Don Divino.
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martes, 16 de junio de 2015
Dora Irma Acosta
Soy Dora Irma Acosta. Llegué a esta etapa maravillosa andando “sin prisa pero sin pausa” enamorándome de los años, honrándolos. Sintiendo que la vida, vale la pena y no perder el empuje de hacer, aprender cosas y sobretodo valorarlas. El yo puedo, no lo perdí nunca, lo importante fue siempre proponérmelo y ya. Llegué sin contar las canas, ignorando las arrugas. Si todo tiene su tiempo, este es de andar sin apuro, de hacer lo que me gusta y todo aquello que en los años jóvenes no fue posible. Siempre viví en Congreso en la Ciudad Aurónoma de Buenos Aires donde tuve peluquería durante treinta años, al jubilarme de este hermoso oficio vine a vivir a San Antonio de Padua. Tengo una familia maravillosa. Una hija, cinco nietos, dos bisnietos. Un día me dije: No seré una abuelita que teja y borde solamente, tengo que intentar otras cosas, no hay nada más gratificante que hacer lo que a uno le gusta y empecé a probar otras mieles. Cultivo Bonsái, hago vitrales. Dejé para el final lo mejor, la narrativa, me gusta de alma, la imaginación da oportunidad a la creación, por eso me inclino por los cuentos. Trabajo mucho en todo, para mejorar cada día. Esto me ha dado muchas satisfacciones. Tengo varios premios ganados en certámenes. Los últimos son del Teatro Cultural Gral. San Martin de Merlo. Desde 2011 comencé a participar en cuento y poesía obtuve cinco veces un Primer Premio. Sinceramente no puedo pedir más y como en los cuentos esto merece un buen final. Aprecio mi vida como un Don Divino.
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